A la hora de construir, pocas estructuras son tan esenciales como las losas de hormigón. Este elemento estructural plano, de espesor habitualmente constante, se utiliza en obra para resistir cargas y distribuirlas hacia otros elementos como vigas, muros o cimientos. Su función es esencial dentro de la arquitectura y la ingeniería civil, ya que forma parte de la estructura portante de viviendas, rascacielos, puentes, centros comerciales o aceras, entre otros; está presente en casi todo lo que pisamos y habitamos. Aunque a simple vista pueda parecer una “plataforma de cemento”, la realidad es que su diseño, resistencia y comportamiento tienen un papel fundamental en la seguridad y funcionalidad de las edificaciones modernas.
Sin embargo, muchas veces se confunde con la solera de hormigón que, aunque similar en apariencia, cumple un propósito muy distinto. La solera es una capa de hormigón no estructural, es decir, no está diseñada para soportar grandes cargas estructurales, sino que sirve más bien como base de apoyo para suelos, pavimentos o acabados, y se coloca generalmente directamente sobre el terreno. A diferencia de la losa, la solera no suele estar armada con acero (o lo está de manera muy limitada), y no forma parte del sistema de carga del edificio. Es decir, la losa es parte activa de la estructura del edificio y responde a cálculos de ingeniería, mientras que la solera tiene un rol más funcional y superficial.
¿Por qué se agrieta una losa de hormigón?
Las grietas en una losa de hormigón pueden deberse a múltiples causas, y aunque no siempre comprometen su integridad estructural, sí deben evaluarse con cuidado:
-Retracción por secado:
Durante el proceso de fraguado, al endurecerse, el hormigón pierde humedad, lo que puede provocar pequeñas contracciones y la aparición de fisuras superficiales.
-Asentamiento desigual del terreno:
Si el suelo debajo de la losa no está correctamente compactado o cambia de volumen, puede generar tensiones que terminen en grietas.
-Cargas excesivas:
Cuando una losa soporta más peso del que puede resistir, ciertas zonas ceden.
-Cambios de temperatura:
La dilatación y contracción del hormigón debido al calor o al frío también puede provocar grietas si no se han previsto juntas de dilatación.

Tipos de losas de hormigón.
Existen varios tipos de losas de hormigón, y la elección depende del uso, las condiciones del terreno y el diseño arquitectónico. Los principales tipos son:
-Losa maciza:
Es una losa uniforme y continua de hormigón armado, usada comúnmente en viviendas y edificios de varios niveles.
-Losa nervada:
Incorpora nervaduras (vigas) integradas en su diseño, lo que permite aligerar peso y utilizar menos material manteniendo la resistencia. Se utiliza en grandes luces o espacios abiertos.
-Losa alveolar:
Es una losa prefabricada con huecos longitudinales que reducen peso y mejoran el aislamiento. Ideal para obras rápidas y estructuras modulares.
-Losa reticular:
Similar a la nervada, pero con una malla ortogonal de vigas, se utiliza para cubrir grandes luces con cargas importantes, como en centros comerciales o edificios institucionales.
-Losa flotante:
Se coloca sobre capas de aislamiento acústico o térmico, sin estar directamente unida a la estructura, siendo útil en espacios donde se requiere controlar vibraciones o ruidos.
-Losa de cimentación:
Actúa como base estructural, distribuyendo las cargas del edificio al terreno. Se utiliza en suelos con baja capacidad portante o donde otras cimentaciones no son viables.

¿Cuándo se usa una losa de hormigón?
Las losas de hormigón se utilizan prácticamente en cualquier tipo de construcción donde se necesite una superficie plana, resistente y duradera. Son ideales para:
• Pavimentos exteriores (aceras, con paso de vehículos).
• Forjados entre plantas en edificios de varios niveles.
• Cubiertas planas en techos transitables o terrazas.
• Plantas bajas o sótanos como base estructural.
• Industria y logística, donde se requiere soportar maquinaria pesada o cargas dinámicas.